En las alturas de la cordillera andina habitaban los nativos Muiscas, aborígenes de estatura promedio y piel tiznada. Su líder Mawica, alentaba el respeto y la veneración a sus dioses: El Sol, dador de luz y fuego; la Tierra y sus elementos; el agua en todas sus formas, en especial como lluvia. No entendían como subía al cielo para luego bajar en forma de gotas, a veces sin parar por días y noches.
Respetaban la naturaleza. Amaban la paz y la celebración. Hacían intercambios de cosechas, carnes, cestas y otros productos artesanales con sus vecinos la tribu Chama, quienes habitaban en la cordillera del otro lado del río.
Creían que era la voluntad de la luna que sus mujeres sólo tuvieran un hijo, porque así ocurría, toda Muisca luego de traer al mundo su primer bebé no procreaba de nuevo. Aceptaban esta verdad, valorando niños y niñas por igual, lo varones por sus labores como cazadores-defensores de la tribu; las niñas porque garantizaban la continuación de su especie y fabricaban cestas, materiales incluyendo las ampliaciones para sus hogares de palma y asfalto.
Entre los Muisca nació un niño; Padmú, a medida que crecía desarrolló un gran talento para la exploración, la caza, la predicción de lluvias e inundaciones. Su relación con el agua se había hecho tan íntima que muchos decían era hijo del dios del agua. Tenía tatuajes alusivos a las ondas, las olas y por asociación con la serpiente.
Una temporada Padmú se sentía inquieto, presentía que la lluvia no llegaría como era acostumbrado, “sentía sequía en sus venas”, así lo expresó a Mawica, proponiéndole construir una represa que mantuviera el caudal del río de su lado.
- Faltan aun 3 lunas para las lluvias Padmú.
- Construir una represa llevará ese tiempo y como la lluvia no llegará tendremos escasamente el agua para abastecer a la tribu, recalcó Padmú ante la negativa inicial de Mawica.
- Lo consultaré a los dioses Padmú.
Padmú se retiró a sus aposentos inconforme. El líder no estaba siendo cónsono con sus deseos. Dejó pasar tres días antes de volver a preguntarle, sin embargo al solicitar una respuesta Mawica lo envió a su noche de vigilia con un: “Sólo el dios del agua nos puede hablar de lluvia”.
En la noche Padmú sólo podía pensar en construir la represa. Al siguiente amanecer Padmú, como jefe de los exploradores les indicó que debían buscar maderas muy largas para hacer una muralla; piedras y asfaltos porque vendría una sequía. Los exploradores confiaban en Padmú, siguieron sus indicaciones sin cuestionarlas, hablaron con las mujeres para fabricar cuerdas y así comenzaron la construcción.
La siguiente semana, desde la hora del ocaso, toda la aldea se reunió para celebrar la luna llena, el poder del sol prolongado en la luna. Ese día recibían visitantes de la tribu Chama, su líder Petron, llegó a saludar a Mawica con mala disposición. Sin embargo pasaron la primera comida tranquilos hasta que Petron vio a Padmú danzando entre las mujeres jóvenes de ambas tribus.
- ¿Alguien ha dicho que las lluvias no llegaran como cada año?
Al escuchar a Petron, Mawica recordó su conversación con Padmú.
- ¿Alguna predicción del vidente Chama?
- Tal presagio ha llegado de tu lado del río.
Petron que ya contaba cien años, conservaba una particular parsimonia al hablar.
- Padmú ha vaticinado sequía, como un dios del agua… ¿Qué pudimos haber hecho para ser castigados por los dioses?
Mawica estaba un poco confundido pero no mostraba ninguna clase de descontrol. Muy sereno continuó:
- No dediquemos nuestro tiempo al futuro, mejor celebremos el día de hoy para agradar a los dioses. Pidamos en la noche que respondan nuestras dudas a través de sueños.
Ambos líderes muy pacíficos continuaron, pero en la mente de Mawica se había creado un remolino. Padmú no había guardado silencio, ni respeto, estaba regando como mala hierba las cabezas de sus hermanos. Esa noche cuando Mawica se fue a dormir le imploro con una oración especial a los dioses pidiendo asistencia, sabiduría y aceptación ante los hechos; rezó: “La naturaleza siempre nos ha bendecido… Cuando se ha tornado infértil nos ha guiado a nuevos campos… Cuando nos ha inundado… nos ha mostrado el camino de permanecer salvos… ¿La cualidad De Padmú está fuera de lugar o es la nueva manera en qué debemos actuar?… honren dioses mis preguntas… humildemente señores de la creación y la renovación… ayuden a entender a este viejo líder sin hijo varón… que sean inspiradas mis acciones en su grandeza… Oh dioses del universo Muisca… Oh dioses alabados.”
Al dejar caer su cabeza sobre el catre de pieles, el aroma de las hierbas lo dejaron reposar. De la oscuridad del sueño llegó su esposa muerta, a quien llamaron Selena, porque fue considerada hija de la luna por lo blanco de su piel. Selena había muerto hace veinte años, dejando a Mawica con Catalania, una hermosa niña de cabello y ojos negros como el carbón, y piel blanquecina como la de su propia madre. Selena le habló en el sueño:
- Catalania tiene tu respuesta. Carga en sus entrañas el fruto del amor y el mayor aprendizaje que entregará hasta tierra. Mi valiente Mawica aun no has de entregar tu sitio entre nuestra gente. Debes enfrentar la tormenta que Padmú levanta, para descansar cuando tus nietos puedan conducir a los Muiscas. Al día siguiente Mawica visitó a Catalania cerciorándose del mensaje que le entregaron en sueños. Le regaló una ofrenda de frutas, adornos y alimentos.
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